Leo con sumo
interés la propuesta del grupo socialista en el ayuntamiento de Los Realejos,
que plantea la aprobación de una guía por la que se rija el funcionamiento de
la comunicación local y que garantice la pluralidad y el rigor que debería
exigirse a toda información. Miguel Agustín García reprocha al grupo de
gobierno (PP) el uso propagandístico que viene llevando a cabo con los medios
pagados por todos, verbigracia, la radio municipal. No solo en sus emisiones,
sino en el vehículo del blog. Se publicitan sin rubor hasta con las meras
tareas de mantenimiento de los servicios más elementales.
Entienden
necesario los socialistas el nombramiento de un comité, en el que tenga cabida
el amplio abanico social, que siente las bases para dar cumplimiento al mandato
constitucional de comunicar o recibir libremente información veraz. Sin
proselitismos ni manejos espurios. Algo que es bien patente en la actualidad y
de lo que adolece (tener o padecer un defecto) un medio de comunicación
público, cuya finalidad no solo debe estar definida en sus estatutos, sino que
fue paradigma en aquellos primeros años de andadura. Nos basta con echar una
ojeada a los Boletines Informativos Municipales de la década de los noventa del
pasado siglo. Yo he repasado unos cuantos. Se me antoja fundamental que otros
realicen idéntico ejercicio. A un lado y al otro de la pecera.
Se lleva
demasiado tiempo, según el portavoz socialista, con una clara y evidente
utilización partidista. Por lo que se debe dar un giro hacia la transparencia,
la pluralidad y la información rigurosa y contrastada. Así, continúa la reseña,
ni la radio, ni la web, ni las notas institucionales, ni las redes sociales
servirían de altavoz del partido gobernante, sino de la pluralidad del
municipio, base clave de la democracia.
El PSOE
plantea un análisis a fondo de la realidad actual de los medios públicos
locales, de los perfiles en redes sociales y de la emisora de radio para
comprobar su funcionamiento y buscar soluciones.
La iniciativa
tiene su enjundia. No tanto por el contenido per se, cuanto por las posibles
repercusiones. Porque hemos ido creando tantos precedentes que la normalidad se
ha erigido en la excepción. Y me temo que este ejercicio de regularidad
democrática vaya a ser interpretado por y con la retaguardia. Es más, estaría
por apostar los 50 céntimos estipulados en que al 85,714285% de la plantilla
que compone Radio Realejos no le hace falta que un manual le señale cuál es el
camino por el que debe transcurrir la labor diaria de la emisora. Porque a ese
alto porcentaje le guía el sentido común.
Cuando a
principios de 2013 se firmó el convenio colectivo pudimos leer: “Estamos ante
el inicio de una nueva etapa para Radio Realejos Norte y sus empleados, que se
verá refrendada además a partir del próximo lunes, día 21 de enero, con el
inicio de una renovada y ampliada programación desde este medio de comunicación
local con más presencia en el exterior, programas especiales a pie de calle y
siendo testigos directos y fieles del desarrollo de eventos a desarrollar en el
municipio”. Y, asimismo: “La radio municipal supone además un medio abierto a
la participación ciudadana al servicio no sólo de los realejeros, sino con
carácter comarcal, dando cabida a la actualidad política, social, histórica y
cultural de todo el Norte de Tenerife”.
Las buenas
intenciones, no obstante, han quedado relegadas al baúl de los recuerdos. Los
dos cargos políticos responsables que deberían velar por la correcta actividad
radiofónica ni están ni se les espera. El presidente del Consejo de
Administración no tiene tiempo para nimiedades tales y mientras le doren la
píldora, miel sobre hojuelas. El concejal-delegado, que lo es igualmente de
Playas y Deportes, bastante sacrificado se encuentra con repartir metopas y que
las tablas no lo cojan. Ay, los vaivenes. Cámbiame.
¿Hay un
seguimiento de la programación o alguno se levanta y utiliza el manido recurso
del teléfono para que las de siempre, o no, le salven los muebles con una muy
sui géneris mezcla de lo divino y lo humano? Eso, sálvame.
Los manuales
de estilo están todos inventados. Basta copiar y pegar. Y en el ayuntamiento
existen especialistas para tales menesteres. Que cobran por caracteres. Y por
la jeta. Lo que se requiere es voluntad política, convencimiento democrático y profesionalidad
para no tener que recurrir a ellos. Mientras el 14,285715% no esté por la labor
y el equipo de gobierno ría, consienta y contemple cómo mueren las olas en las
finas arenas de la playa, me temo que va a ser que no. La arrogancia, una vez
más, se mostrará en una respuesta que ya veo venir: Estamos en ello. O lo que
podría ser más llamativo: Ya existe.
Nunca
compartí que un maestro de la escuela pública tuviera sus hijos matriculados en
un colegio privado. Porque no se pueden defender dos ópticas tan dispares desde
la misma posición. Ser una cosa y la contraria es harto complicado. ¿Te pongo
un ejemplo?
Como el
Partido Popular aboga por las excelencias de las privatizaciones (va en camino la Casa del Emprendedor para su
chiringuito de amigos, perdón, vivero de empresas) puede vender la emisora a la Conferencia Episcopal.
Quedaría en buenas y santas manos. Y les serían perdonados todos los pecados.
De acción y de omisión. Y con bula para seguir comiendo carne. Hasta para
hincharse.
He hablado en
estas últimas semanas con dos excelentes periodistas que iniciaron sus andanzas
en la radio pública de mi pueblo. Y me confesaron idéntico hartazgo. Es una
pena que puedan cargarse un magnífico legado. Una pena que la profesión esté
como esté y no se pueda alzar demasiado la voz. Demasiadas rebajas y por esa
puertita se va…
No pretendo
que Manolo me entienda. Ni siquiera Adolfo (así en petit comité y ahora que
nadie nos ve, ¿es acaso una novedad el asunto o lo sabemos de ha muchísimo?). Les
puede la obcecación. Y van a consentir que se produzca la enésima agresión. A
varios destinatarios. En el Puerto, pero también en El Realejo. Se carcajearán
a mandíbula batiente con mi dinero y con el de los cuatro –y las cuatro–
fundamentalistas. Aquellos, y aquellas, cuya opinión es palabra de Dios. Así
sea. Los que mandan. A pesar de cambios de dirección. Y veletas de nombre y
apellidos.
Manuales
sobran. Pero faltan estilos. Yo no pido la voz y la palabra, como Blas de Otero.
Me basta con la escritura. Sin el más mínimo exabrupto. Con argumentos. Que se
rebatirán con la soez técnica del insulto. Porque cuando no se da más de sí, se
da más de no. Será después de Semana Santa en que se puede volver a pecar. El
capítulo de los proscritos va en aumento. Y su melodía in crecendo. Me erijo en
portavoz de todos los que hemos sido puestos a caldo de gallina. Mas no ofende
quien quiere…
Enhorabuena
al grupo socialista por esa moción. O como se llame. Postura valiente, justa y
necesaria. Para sanear el ambiente. Aunque está abocada al fracaso. Seis votos.
Hay un séptimo que está en veremos. ¿Sorpréndeme? Pero los catorce en contra
serán aplaudidos a rabiar con algunas orejas. Pesarán como una losa sobre
algunas conciencias, pero la obediencia ciega, un buen sueldo y el miedo
pondrán el debido contrapunto. Prepárense para la pascua.
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